Skip to main content

SÍSIFIDO Y EL STAND-UP

Ando estos días desquiciado escribiendo Clandestino Asteroid Blues, que para el que no lo sepa es el castigo que me impongo desde hace tres temporadas.

Consiste en presentar cada año al público una hora de material completamente nuevo en forma de un espectáculo cerrado.

Rocío Raval, que es mi compinche en todo este tinglado, se queja amargamente e intenta salvar algún poema de la temporada pasada y yo me niego, me medio cabreo y me obceco en la idea de que sean también nuevos. Reconozco que ahí hago trampas porque rescato alguno que no hemos leído ya de La Nostalgia del Guepardo o de un libro que tengo en el cajón desde hace tiempo que no me atrevo a publicar que se llama Loterías y Apuestas del Estado.

En cualquier caso mi idea es que sea todo nuevo y cuando incluyo material antiguo en la rutina me siento como cuando me hago trampas al solitario.

A veces me pregunto de donde me viene este masoquismo. Cuando no hay necesidad ya que después de los casi veinte años que llevo subiéndome a un escenario podría empezar la rueda de nuevo y hacer, reconozco que me veo tentado cuando no me sale nada, el material que hacía allá por el 2001.

fantaseo con la idea de que siempre que fuera comedido tendría otros veinte años de comedia. Así que me plantaría casi con sesenta y ya podría jugar la carta del viejo zorro y tirar hasta la jubilación con unos «Grandes éxitos»

Además tampoco es que especialmente tenga temas nuevos que tratar. Hace tiempo que solo escribo sobre lo que me pasa o sobre lo que opino cuando veo lo que les pasa a los demás. No por decisión propia desde luego, simplemente no tengo más ideas brillantes. Cuando aprendes a dar un pasito hacia atrás para observar tu vida te conviertes en peor persona pero eres sin duda muchísimo más gracioso en el escenario. Ese aprendizaje te lo da Dios a cambio de dejar de tener ideas brillantes.

Siempre acabo pensando en Sísifo, ya sabéis castigado en el inframundo durante toda la eternidad a subir una piedra por una ladera y justo antes de llegar ¡zas! otra vez para abajo.

Seguro que Sísifo, de no haberla liado tanto, hubiera sido muy buen cómico de Stand-up.